Las personas que siguen regímenes de entrenamiento de alta intensidad, o que entrenan regularmente en determinados entornos, pueden estar en riesgo de desarrollar asma, o una afección conocida como hiperreactividad bronquial, en la que las vías respiratorias se obstruyen después del ejercicio.
Los científicos creen que esto es se produce debido a las sustancias nocivas que existen en el entorno en el que están entrenando, como el cloro en una piscina, o el aire frío y seco en una pista de esquí. Los atletas de resistencia inhalan potencialmente más sustancias dañinas hacia sus pulmones, ya que están expuestos a estas condiciones durante periodos de tiempo más prolongados.